top of page

VIS A VIS, UNA RUPTURA CON EL MODELO DE REPRESENTACIÓN FEMENINA NORMATIVO


Cruz del Norte cerraba sus puertas el pasado febrero dejando atrás uno de los legados más importantes de la última década televisiva. Este thirller carcelario dio comienzo en Antena 3 en 2015 y marcó un antes y un después en la televisión nacional, pues supuso el puente que la ficción de nuestro país necesitaba hacia productos de calidad y feministas. Si bien es cierto que después llegaron ‘La Casa de papel’ (Antena 3, 2017) o ‘Fariña’ (Antena 3, 2018), series que se llevaron el reconocimiento de la crítica, deberíamos plantearnos quién sembró la semilla para que todas estas ficciones brotaran, qué tenía de diferente este proyecto y en qué contexto se enmarca.

 

En los últimos años, la televisión se ha abierto a representar una pluralidad femenina en sus contenidos y mucho tiene que ver la edad de oro que viven las series. Se ha consumado un ascenso imparable del consumo de ficción televisiva a nivel global gracias al desarrollo tecnológico y los nuevos hábitos de consumo. Un progreso que marca un nuevo amanecer audiovisual de las series que tanto han sido menospreciadas por audiencias y expertos cinematográficos. La ficción televisiva ha dado un paso al frente y han aprovechado esta coyuntura para colgarse la bandera de «calidad» en su oferta como principal atractivo de espectadores que piden diversidad de historias y personajes. Una pluralidad que ha tratado de contagiarse de los tiempos que corren, de las inquietudes y de las exigencias sociales que se dan en el mundo, entre las que la cuarta ola del feminismo ha cogido un papel significante. Este movimiento, con gran peso en los últimos años, ha reivindicado la lucha contra la violencia y el tránsito de la teoría a la acción. Un cambio en la sociedad que se ha traspasado a la pequeña pantalla para hacer reflexionar a las audiencias sobre la posibilidad de cambio en la construcción de un discurso de género en televisión.


A nivel internacional, series arriesgadas como ‘Girls’ (HBO, 2012), ‘Orphan Black’ (BBC America, 2013), ‘Fleabag’ (BBC, 2016) o ‘The Handmaid’s Tale’ (Hulu, 2017) han roto completamente con los modelos de feminidad imperantes. A través de sus historias han permitido ver personajes con arcos narrativos mucho más completos que aquellos secundarios y objetivados que se nos habían dado a lo largo de la historia. Este proceso de cambio en el audiovisual internacional también ha tenido repercusión a nivel nacional donde el número de series protagonizadas por grupos de mujeres se ha ampliado exponencialmente. Este tipo de contenidos eran algo excepcional hasta el momento, pues solo algunos títulos como ‘Mujeres’ (La 2, 2006), ‘Círculo Rojo’ (Antena 3, 2007) o ‘Chicas de Oro’ (TVE, 2010) había conseguido hacerse un hueco en la parrilla y siempre durante breves periodos de tiempo. Ahora producciones como, ‘Velvet’ (Antena 3, 2014), ‘Vis a Vis’ (2015), ‘En tiempos de guerra’ (Antena 3, 2017), ‘Las Chicas del Cable’ (Netflix, 2017) o ‘La Otra Mirada’ (TVE, 2018) se han convertido en contenidos de éxito, llegando incluso a conseguir largas permanencias de antena.

Las mujeres comienzan a tener protagonismo dentro de la ficción nacional. Hay un compromiso por darles visibilidad, pero en paralelo se ha mantenido el peso sobre ellas del estigma “series de mujeres”. Como si fuese una categorización inevitable para aquellas ficciones protagonizadas por ellas. Sin embargo, bajo esta división solo entrarían aquellas que proponen temas emocionales, románticos y familiares, siempre asociados por imaginario al género femenino y que generalmente se enmarcan en el género del drama. Estas series cargan con las ideas de un discurso marcado por un sistema patriarcal que nos construye. Simone de Beauvoir (El Segundo Sexo (1949). Editorial: Gallimard) dijo que “la verdadera mujer es un producto artificial que la civilización fabrica como antes se fabricaban castrados; sus supuestos instintos de coquetería, de docilidad, se insuflan como al hombre su orgullo fálico”. Así, gran parte de las producciones anteriormente mencionadas mantienen algunos de los estereotipos asociados al género a través, por ejemplo, de las profesiones que representan estas mujeres en la ficción. Ellas ocupan puestos siempre relacionados con los cuidados o donde la imagen es sumamente relevante, como enfermeras, profesoras, costureras, secretarias o telefonistas. Mientras tanto, las producciones protagonizadas por grupos de hombres, como ‘Los Hombres de Paco’ (Antena 3, 2005), ‘Alatriste’ (Telecinco,2015), ‘La Embajada’ (Antena 3, 2016) o ‘Gigantes’ (Movistar+, 2018), otorgan a ellos papeles arriesgados como policías, soldados, políticos o narcotraficantes. Si bien es cierto que habría que hacer un análisis exhaustivo de todas ellas para poder saber si mantienen ideas como la asociación de lo femenino a lo débil, emocional, sensible, afectivo, sentimental o tierno, o, por el contrario, proponen una renovación; lo cierto es que solo una de las propuestas anteriormente mencionadas rompe de facto con todo lo mencionado: Vis a Vis (Antena 3, 2015).

Esta ficción que llegó en 2015 como contraprogramación de la «La Voz», una labor complicada para una apuesta arriesgada. Los patrones que a los que la audiencia española estaba acostumbrada se hacían añicos en la nueva serie de Globomedia. Una historia actrices poco conocidas, protagoniza por mujeres muy diversivas cuyas preocupaciones distan mucho de problemas románticos. No era un producto del montón, pues el pastel era completamente diferente, pero llevaba a la espalda una losa. Ecos que la comparaban con la famosa producción americana ‘Orange is the new black’ (Netflix, 2013) resonaban en la prensa. Comparaciones que acertadamente nos dejaban parecidos razonables con la producción de Netflix, pero también con otras muchas como ‘Capadocia’ (HBO Latino America, 2008-2012) o ‘Wentworth’ (Foxtel SoHo, 2013), que se estaban emitiendo en otras partes del mundo. Series carcelarias donde las protagonistas eran ellas.

Estas producciones han tenido una gran importancia como emblemas de producción feminista, por lo que no resulta raro que apareciesen tantas en este tiempo con tanto activismo. Paul Julian (Behaving Badly: Television’s Women in Prison) explicaba que se debe a la transgresión en este tipo de contenidos de tres normas: las sociales, las de género y las normas de la subcultura underground. Es decir, las protagonistas de esta serie desde el inicio ya han infringido los convencionalismos que se han asociado al género femenino. Son mujeres que han dejado de solo “ser” y ahora son ellas las “hacen”. ‘Vis a Vis’ proponía esto dando un paso más allá, pues su apuesta a diferencia del resto no era un drama o una comedia, sino un thriller. Un género que nunca se había visto protagonizado por mujeres dentro de la televisión en España y que, además, contaba con una narrativa que confirmaba su compromiso por tapar la ausencia de una producción feminista. Una respuesta a las demandas sociales que pedían personajes con mayor arco narrativo, cuya existencia no dependa de la pareja y con mayor diversidad física, racial y sexual.

DIVERSIDAD DE PERSONAJES

- Fotograma de la última temporada de la serie-

El análisis audiovisual de las ficciones desde el punto de vista de la teoría de género resulta imprescindible para poder comprender cuál es el sistema instaurado que a lo largo de los años y que ha permitido la transmisión de ideas patriarcales y discriminatorias. En esta labor, tiene un espacio espacial la reflexión sobre la representación de los modelos de mujer, pues solo así podremos comprender con qué fin se han intentado establecer estos roles sociales que construyen la identidad. En este caso, la producción de ‘Vis a Vis’ resulta ser crucial, pues ha supuesto una ruptura con la representación patriarcal que limitaba la presencia en la pantalla a mujeres heterosexuales blancas que cumpliesen con una belleza heteronormativa.

La serie de Antena 3 comenzó su andadura con un elenco formado por Maggie Civantos (34) como protagonista y completado con Najwa Nimri (47), Inma Cuevas (42), Berta Vázquez (27), Alba Flores (32) y María Isabel Díaz (54), entre otras. Un grupo de mujeres con diferentes edades entre las que se da una representación racial y cultural amplia -gitana, árabe, latina, asiática- sin que eso conlleve la existencia de conflicto. Es decir, su trama no está supeditada a los problemas raciales como si ocurre con personajes de series como ‘Mar de Plástico’ (Antena 3, 2016) o ‘Élite’ (Netflix, 2018). Esto consigue desligar la imagen de los inmigrantes de la idea de amenaza, rompiendo con prejuicios y dando una visión mucho más amplía, pues cada una de ellas contará con personalidades completamente diferentes que nos permitirán conocer a fondo. De esta forma, el espectador logrará empatizar con ellas y así, evitar cualquier tipo de rechazo sociocultural preconcebido.

Además, no solo había un compromiso por la diversidad racial, sino también física y sexual. Dejando a un lado el predominio de la belleza y la juventud que la ficción televisiva ha tratado de imponernos como proyección del deseo masculino, se nos presenta una propuesta que trata de aceptar todo tipo de físicos. Algo que se pudo ver con el desnudo de Itziar Castro interpretando a Goya. Su incorporación al elenco de la serie tras la compra por FOX fue uno de los más aplaudidos junto con Abril Zamora, quien interpretaba a un personaje transexual. Una dosis poco vista de normalización y visibilidad dentro de la ficción española. Abril como actriz transexual interpretaba a un personaje transgénero, algo poco visto en España donde suelen ser representados por hombres cisgénero, véase Álvaro Recio en LQSAV (Telecinco 2007). Sin embargo, no solo debemos quedarnos con la visibilidad que supone su participación, sino que debemos evaluar la propuesta narrativa y audiovisual que se da de ellas.

La serie apostó sin pudor desde sus primeros compases por un thriller violento, sin tabúes, con desnudos, escenas de sexo y torturas por doquier. Esta propuesta no dudo en mostrar relaciones lésbicas de su protagonista y una normalización a través de conversaciones y exhibiciones públicas. Las diferencias culturales también se expusieron convirtiéndolas en una de las grandes riquezas de la serie a través de sus personajes. Alba Flores interpretando a Saray Vargas se convirtió en la abanderada de la etnia gitana. En un primer momento, sobre su personaje caían los estigmas sociales asociados a su etnia, pues la visión del espectador estaba guiada por el punto de vista de Macarena, la joven que sí cumplía con todos estereotipos reinantes y trataba de representar a la sociedad externa a la cárcel. Sin embargo, será el desarrollo de la trama la que nos rompe con todas estas ideas preconcebidas. Saray se convirtió en uno de los personajes estrella de la producción, comenzando como una de las villanas principales en las primeras temporadas acabó por formar junto a Zulema el dúo protagonista de las 3ª y 4ª temporada. Un personaje con una evolución muy amplia, pues se presentó como una persona peligrosa, violenta e impulsiva, para acabar atrapando al espectador por su sinceridad, amistad y compromiso. Así, ‘Vis a Vis’ consiguió con ella que los espectadores empatizaran con su carácter y al mismo tiempo presentarnos a una mujer fuerte sin miedo a ponerse en acción.

RUPTURA CON AL DICOTOMÍA MUJER BUENA Y MUJER MALA

- Fotograma cara a cara entre Zulema y Macarena-

Desde el momento uno la historia y la propuesta audiovisual buscó generar esa empatía con el personaje de “mujer buena”: Macarena, quien será asociada siempre al pajarillo amarillo que veremos en la cabecera. Un punto de vista poco innovador si tenemos en cuenta la protagonista cumple con el prototipo de mujer joven, sumisa, ingenua y manipulable. Frente a este modelo se nos presenta a la femme fatal, una persona rechazada por la sociedad, condenada por estar perdida a causa de su maldad, de su transgresión, de su violencia y de su agresividad sexual: Zulema, asociada siempre al alacrán negro. El planteamiento de partida no es innovador, pero lo positivo está en cómo la trama lo destruye como un castillo de naipes, pues solo es necesario adelantar unos capítulos para comprender como todos los personajes contarán con muchos matices.

Estos modelos de mujeres categorizadas en base a lo bueno, o malo, no son reales, pues construyen a unos personajes en base a unos estereotipos que simplifican y destacan unos atributos en detrimento del otros. Son marcos de referencia que se han dado durante muchos años para crear una identidad de género simplificada y manipulada a favor de un sistema que invisibiliza o castiga a ciertos modelos de mujeres transgresores. Por eso la propuesta de ‘Vis a Vis’ resulta renovadora, pues parte de ellos para deconstruirlo y poner frente al espectador a personajes con arcos narrativos muy amplios. Mujeres que no se enmarcan en los límites del bien o el mal, sino que son imperfectas. Mujeres descontentas y desencantadas con los papeles que se les ha asignado socialmente y que lo muestran en sus actuaciones y conversaciones. Por eso, Macarena acabará construyéndose como un personaje que definirá su identidad en base a la supervivencia sin escrúpulos, mientras que Zulema no se reconvertirá, ni será castigada por sus actuaciones. El mito de la femme fatale cae por su propio peso, ella es un diablo que no busca justificación a su perversidad, como ella misma se hace llamar es “el puto elfo de los infiernos”. Quizás esto, y el empeño de los directores en verla desde diferentes ángulos, será lo que guie al espectador hacia un sentimiento de unión hacia ella por ser un ejemplo de mujer dando rienda suelta a sus impulsos más animales. Algo poco visto y a la vista necesario. Como novedad en la ficción española, la villana se lleva más aplausos que la propia protagonista, con la cuál tras muchas desavenencias y conflictos internos logrará crear una unión ante un horizonte común. Una amistad que rompe con la concepción de eternos enemigos y malas relaciones entre mujeres para crear una alianza basada en el reconocimiento mutuo.

REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER

A menudo, la ficción televisiva ha mostrado a mujeres que han sufrido vejaciones, maltratos, manipulaciones o humillaciones. A pesar de todo lo reivindicativo que pueda parecer la representación como intento de concienciación es este tipo de actos, debemos ir un paso más allá para recapacitar sobre qué punto de vista se establece la mirada. Es decir, el hecho de representar una violación desde una mirada masculina, como ocurre en ‘Game of Thrones’ (HBO, 2011) durante la violación de Sansa, poco contribuye a levantar conciencia sobre el problema estructural existente, pues no se pone al espectador en la piel del sufrimiento de la mujer. Esto también está presente en la ficción de nuestro país, donde ha predominado y se ha normalizado un punto de vista masculino, como se puede ver en escenas de violación de series como ‘La Catedral del Mar’ (Antena 3, 2018) o ‘La Casa de Papel’ (Antena 3, 2017). La ficción sigue dando predominancia a una representación violenta de trato hacia las mujeres con una visión erótica dirigida hacia la mirada masculina porque como decía Virginie Dependes (Teoría King Kong (2007). Barcelona: Literatura Random House) “cuando los hombres ponen en escena personajes femeninos, rara vez suele ser para intentar comprende sus vivencias o lo que ellas sienten como mujeres. Es más bien para poner en escena su sensibilidad de hombres en un cuerpo de mujer”. Sin embargo, el thriller carcelario de Cruz del Norte propuso algo diferente, una representación de violencia hacia las presas por parte de ciertos personajes masculinos que encarnaban la seguridad del lugar, pero desde el punto de vista de ellas. Su mirada, sus gestos, enfatizados a través de planos cortos, y las secuelas eran la punta de lanza con la que se proponía al espectador las violaciones tanto de Rizos (Berta Vázquez) como de Fátima (Georgina Amorós), o en las innumerables escenas de abusos cometidos por Sandoval (Ramiro Blas) desde su posición de superioridad como médico. Cabe destacar que los hombres de la serie gozan de una superioridad como funcionarios de la que se aprovechan, algo que podríamos comparar con la superioridad estructural de lo masculino, normalizada y construida alrededor de la violencia hacia la mujer en una sociedad que aún prioriza la visión de ellos.

CONCLUSIÓN:

“El día que los hombres tengan miedo de que les laceren la polla a golpe de cúter cuando acosen a una chica, seguro que de repente sabrán controlar sus pasiones «masculinas» y comprender lo que quiere decir un «no»” decía Virginie Dependes. Estas palabras se convirtieron en realidad en manos de Saray en la cuarta temporada de la serie. Sin embargo, no es común ver en la ficción mujeres que se tomen la violencia de su mano, incluso como respuesta a un determinado ataque. No ocurre lo mismo con los hombres, de quienes estamos cansados de ver grandes atrocidades en la ficción tanto nacional como internacional. En ‘Vis a Vis’ sí lo vimos, pues se ha conseguido una construcción audiovisual feminista, que ha permitido dar desde una visión con muchos ángulos personajes reales, capaces de dar rienda suelta a sus instintos sin delimitarse por ideales morales, pero también otros que sí entran dentro de esos parámetros para comprender la diversidad existente. Cruz del norte ha sido la pasarela de innumerables tramas de acción protagonizas por mujeres deseosas de alcanzar la libertad a cualquier precio (asesinatos brutales, torturas, suicidios, etc.).

Con todo esto, se puede decir que la apuesta de Globomedia ha conseguido imponerse como una de las series más feministas que se han visto en la televisión española. Con personajes que no han relegado su actividad a un amor romántico mitificado utilizado como principal arma de control hacia la mujer, e imperante en las producciones protagonizadas por ellas. Sus actividades podrían quedar más bien incorporadas a las acciones viriles que, por norma, se han querido asociar a la identidad masculina, pero que los directores han roto para hacer ver a los espectadores que no sea una vez más una cuestión de género. Así, se configura una producción que nos muestra cómo, no solo de trata de visibilizar, sino también de un compromiso audiovisual con la forma de representación y la diversidad tratando además temas incomodos como la maternidad, las drogas, la situación de las cárceles, el aborto, la reinserción o los abusos de poder.


bottom of page